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Psicóloga, especialista en dolor crónico, enfermedades reumáticas y fibromialgia

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Blog

Blog de Milena Gobbo, psicóloga especialista en dolor y enfermedades reumáticas.

Información, ideas y novedades relacionadas con el dolor crónico, con las enfermedades que lo producen (fibromialgia, artritis reumatoide, cáncer, espondiloartropatías, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.) y con los estados emocionales que contribuyen a que se mantenga (depresión, ansiedad, estrés, etc.)

Crónicas del coronavirus 5. Haciendo Historia.

Milena Gobbo

Mi suegro y mi abuela me hablaban muchas veces de la guerra. La Guerra Civil Española y la 2ª Guerra mundial, que mi suegro vivió las dos. Y ambos coincidían en considerar que las guerras, todas las guerras, eran absurdas y trágicas. No importaba en qué bando estuvieras ni la razón por la que comenzaron. Vivir la Historia siempre me ha parecido algo poco deseable. Parece que todo aquello que algún día pasará a la Historia conlleve grandes pesares y poca felicidad. Incluso los personajes que pasan a la Historia son claramente menos felices desde mi punto de vista. No quiero pasar a la Historia. No quiero vivir la Historia. Solo me interesan las pequeñas historias. Las que no dejan huella en los libros.

Pero, me guste o no, me está tocando vivir la Historia. Porque este momento entrará en ella, como suele ocurrir con los momentos desagradables. Con aquellos que querríamos que no hubieran ocurrido nunca. Precisamente por eso, quiero pensar que son momentos excepcionales. Que lo normal (lo más frecuente) es lo contrario. Y como es lo más frecuente volveré a vivir la vida normal. Optimista, ya me conocéis.

¿Cómo relatarán los libros de Historia en el futuro todo lo que está pasando? Me encantaría vivir lo suficiente como para ver qué es lo que les enseñan a mis nietos o tataranietos sobre esto. Rastrear la Verdad en el exceso de información falsa y verdadera que circula en este momento por todo el mundo será muy difícil.Tan difícil o más que cuando se intenta encontrar la Verdad sobre hechos del pasado de los que tenemos poca o ninguna documentación. No me gusta hacer Historia. Pero así es como, de la mano de los dibujos de Eva, veo yo esta historia.

Creciendo

No lo vimos venir. Seamos honestos. La mayoría no lo vimos venir. Lo vimos de lejos y pensamos que era insignificante, porque en la distancia las cosas se ven pequeñas y poco peligrosas. Parece que son cosas que les pasan a otros. A nosotros no. “Nosotros tenemos un sistema de salud estupendo”. “No puede ser tan malo como lo pintan”. “Ya estamos como siempre con las catástrofes”. De tanto decir que venía el lobo, pues dejamos de creer que el lobo podía llegar a venir. Pero, según pasaba el tiempo, vimos que el bicho crecía. Se hacía grande. Y empezaba a dar miedo. Y el ritmo en que crecía era vertiginoso.

El rey

Cuando el virus llegó hizo honor a su nombre y se hizo el rey. Se colocó su corona y se infló como un globo y sobrevoló todo el mundo. Y nos llevó con él. Nos arrastró a su espalda y, paradójicamente, no fuimos nosotros quienes lo transportamos a él, sino él el que nos aisló a unos de otros, cada uno en su casa, separándonos de la realidad. Fue él el dueño y soberano de nuestras vidas, y nos llevó por donde quiso, con rumbo incierto.

(Dentro de mí, confío y espero, que, como todos los globos, tarde o temprano, pierda gas y se desinfle).

Lucha de titanes

Una vez que el virus llegó para quedarse, vino la lucha. Perdón. Las luchas. Porque hay muchas batallas que se están haciendo a la vez. La obvia: La de cada uno de nosotros contra este diminuto virus que se empeña en diezmarnos. Pero también muchas otras. La lucha (absurda, absurda guerra) entre los partidos políticos para buscar culpables, para señalar con el dedo y volver las emociones de todos contra todos. La de los territorios (absurda, absurda guerra). La de los distintos profesionales (absurda, absurda guerra). Sin darnos cuenta de que todas las guerras son fratricidas. Que en todas las guerras los que morimos somos nosotros mismos. Todos perdemos.

Azar

La Historia tendrá que reconocer que, pese a toda nuestra ciencia y nuestra tecnología, no supimos qué hacer con el virus hasta mucho tiempo después. Decir que lo vamos a vencer una y otra vez no significaba nada. Estamos en sus manos y dependemos del azar. A unos nos trata bien y apenas notamos síntomas. A otros los enferma mucho. A otros los mata. Durante estos meses estamos completamente en manos del azar. Vivir es como tirar un dado y cruzar los dedos para que salga el número que nos favorece. Y eso es lo que la Historia debería contar. No es que lo hagamos bien o mal. Es que no sabemos qué hacer.

Redes sociales

¿Qué contará la Historia? En esas redes que son ahora nuestro espejo, ahí donde todos nos miramos, como Narciso, enamorados de nosotros mismos, la Historia encontrará millones de cosas. Millones de historias. La mayoría maravillosas. Pero también, por desgracia, muchas mentiras. Millones de mentiras. Y odio, pena, miedo, rabia, humor, amor, errores, aciertos, ideas luminosas, actos de generosidad, ruindades… ¿De todo este maremágnum? ¿Qué contará la Historia?

Crónicas del coronavirus 4. Decisiones difíciles

Milena Gobbo

No voy a negarlo. Hasta los irreductibles tenemos momentos de debilidad. Días en los que no queremos hacer nada ni hablar con nadie. En los que tirar la toalla y pasar del sofá a la cama y de la cama al sofá parece la más tentadora de las situaciones. No os dejéis engañar por sus cantos de sirena. Esa inactividad es perversa y entristece. Yo llevo dos días amaneciendo triste, y hasta el sol radiante que entra por la ventana, el delicioso olor de la comida que preparo o el aroma de la ropa limpia me parecen insultantes. Como una afrenta. Como si el mundo tuviera necesariamente que ajustarse al cien por cien a ese traje de tristeza. Es una falacia cognitiva (jerga psicológica) y yo lo sé. Así que le cierro el paso a esos pensamientos que en nada ayudan, ni a mí, ni a nadie, y me recuerdo a mí misma quién soy y cuáles son las cosas que me gustan y me importan.

Me siento con los dibujos de Eva y los miro con detalle. Descifrarlos es un desafío consciente. Quiero adivinar lo que su mirada inteligente al mundo ha dejado codificado ahí para que lo resuelva. A lo mejor lo que yo veo no es lo que ella ve. Pero me hace pensar. Y pensar cosas interesantes. Y eso me devuelve a mí misma. Yo no soy una chica que vive en un sofá. Soy una chica fascinada por las maravillosas mentes de las personas inusuales que ha tenido la suerte de encontrar en el camino.

Así que aquí va la cuarta entrega.

1. La brecha. Decisión difícil 1: ¿cómo se reparten los recursos?

Es una lucha no cruenta, pero lucha, al fin y al cabo. Una lucha sin sangre, pero desigual. Con frecuencia se usan términos bélicos para hablar de cómo manejar las situaciones médicas. Y los humanos queremos estar siempre en el bando ganador. Y en esa metafórica guerra se ponen de manifiesto otras menos evidentes, más sutiles, pero igual de presentes y mucho más profundas. Recuerdo esa regla de cuando estudiaba dibujo técnico. La regla transportadora. Servía para pasar de unas escalas de medida a otras. Porque no todos partimos de la misma escala. Y eso genera una brecha importante. Esta situación no es igual para todos, y no sólo por cómo nos afecte el virus.

2. Interdependientes. Decisión difícil 2: ¿dónde acaba mi libertad y empieza la del otro?

Dependemos unos de otros. Si uno sube el otro baja y viceversa. No podemos ya librarnos de esta polea que nos une y equilibra. Si yo no me protejo, contagio; si contagio, no me protejo. Si algo tiene esta situación es que no permite el egoísmo. La mejor manera de proteger es protegernos, y la mejor manera de ser protegidos es proteger al otro. Pero ¿cómo gestionarlo? ¿cómo decidir qué se puede hacer y que no para que nadie se sienta perjudicado?

3. Salto en el tiempo. Decisión difícil 3: ¿El tiempo va hacia atrás o hacia delante?

Esta situación también está desencadenando una especie de ondulación temporal. El confinamiento nos ha reencontrado con nuestro pasado. Hemos mirado fotos, cartas, películas. “¿Cómo estará…? ¡Voy a llamar!”. Hemos dado un salto hacia atrás. Y los días pasan y el tiempo está también en cuarentena. Retenido. Sujeto también él a unas reglas que lo confinan, y lo vuelven elástico. Y quizás, pronto, cuando la realidad que lo sujeta se suelte de nuevo, el tiempo nos lanzará hacia delante de un modo distinto, con fuerza, con energía, catapultados mucho más allá de lo previsto.

4. Colgando de un hilo. Decisión difícil 4: Aprender a decir adiós mientras seguimos sujetando con fuerza nuestro hilo.

Con qué poco a veces se dice tantísimo. ¿Necesito decir algo sobre este dibujo? ¿Alguien no ha sentido en estos días que la vida es frágil y pende de un hilo muy fino?

Esta mañana, como casi todas en las últimas semanas, leía mensajes en las que alguna persona lamentaba el fallecimiento de un ser querido. Lo que vienen después son siempre un montón de mensajes de aliento, mejor o peor redactados, más o menos sentidos. Pero hoy he leído uno que me ha parecido brillante. Marisa le dice a su antigua compañera de clase sólo tres palabras, suficientes para mostrar sus deseos de ánimo y expresar su afecto: “¡Vamos!, Estrella, cariño…”

5. Eurosueño. Decisión difícil 5: ¿Mantener los sueños o dejar que se estrellen en pedazos?

De todos los sueños de los últimos tiempos uno de los que más me ha ilusionado siempre ha sido Europa. Amo los Erasmus, la libre circulación y ese espíritu, que de vez en cuando se vislumbra, de hacer de la diversidad algo que sume y no que enfrente. En momentos como estos debería brillar ese espíritu. Pero no es así. Siento que a mí también, como a esta bandera, se me caen las estrellas.

6. Cambio de rumbo. Decisión difícil 6: Mantener el barco a flote hasta que pase el temporal, aunque perdamos el rumbo.

No quisiera ser quien gobierna. No quisiera ser quien toma decisiones en estas situaciones cambiantes y comprometidas. Vayas en la dirección que vayas parece que te vas a equivocar. Es fácil caer por la cuesta y difícil subirla para cambiar de dirección. Es normal que estando así. No sepas que rumbo tomar, y la parálisis te deje en el centro de la inacción.

Crónicas del coronavirus 3. Libres y salvajes

Milena Gobbo

Los dibujos de Eva son un reto para mí. Quiero saber interpretarlos bien, aunque a veces es difícil. Los artistas son así. Recuerdo cuando un arquitecto me explicó el significado del Monumento a la Constitución que está delante del Museo de Ciencias Naturales en Madrid. No le veía ningún sentido. Hasta que me explicaron que el cubo de aire imaginario que está en el centro del monumento representa a la Constitución, que debe ser igual de visible para todos (por eso se puede ver exactamente igual desde cualquiera de los lados del cubo), e igual de accesible para todos (por eso hay escaleras desde todas partes, incluso desde el techo). Igual para todos. Accesible para todos. Desde entonces veo al cubo (y a la Constitución) de otra manera.

También estoy viendo esta época de otro modo con los dibujos de Eva. Les doy un hilo conductor cómo a mí me parece y disfruto dando vueltas a como contar una “historia” con ideas que han surgido en su cabeza de modo inconexo. No sé si lo consigo.

Hoy, el conjunto de dibujos me ha llevado a una especie de rebelión interna. A no sentir que la libertad me la han limitado sino todo lo contrario. La libertad es algo potente que llevamos dentro. Se puede ser libre en una cárcel. Se puede ser libre en un estado totalitario. Seamos libres. Libres y salvajes, en el sentido bonito de la palabra.

1. El circo

La sanidad es un circo. El orden es imposible. ¿Es imposible? Es un circo, es cierto. Un circo de muchas pistas dónde parece que todo sucede a la vez, sin orden ni concierto, pero en este aparente caos hay un orden mayor del que parece. Hay una precisión milimétrica que no tiene que ver con el “orden establecido”. Tiene que ver con esa Cruz Roja en lo alto. Tiene que ver con el encaje de muchas piezas que de forma espontánea se aglutinan y forman un orden nuevo. Pasen y vean… la función va a comenzar: y tendrá un gran y apoteósico final. CONFÍA.

2. Vuela

Hay tantas maneras de volar. La publicidad nos decía “tienes alas: vuela”. Tenemos alas. Las alas de la imaginación. Las alas que nos llevan fuera de ese hoyo en el que parece que estamos metidos. Aire, cantaba Mecano. Sueña que eres aire. Vuela con tu sueño. No hay que tirarse por la ventana para volar. (Nota mental de la psicóloga que llevo dentro: no busques soluciones permanentes para problemas temporales, no importa lo horrible que parezca un momento de la vida, ese momento pasa y llegan otros que no conocemos, ¿no te da curiosidad??). Sé libre. VUELA.

3. Amor en equilibrio

Qué difícil se nos ha puesto amarnos. Estamos acostumbrados a amar con todo el cuerpo. A querernos con abrazos y besos. A expresar sentimientos tocándonos, mordiéndonos, acurrucándonos. ¿Distancias a los amantes? ¿se puede pedir algo más difícil, casi imposible? Tenemos que hacer equilibrios, buscar los modos de llegar a esa persona que lo es todo para nosotros. Equilibrios para seguir amando sin caernos. Pero de una manera o de otra, el amor todo lo puede. AMA.

4. Morderse los labios

¿Por qué callar? ¿Por qué no decirlo? ¿Por qué no destruir los muros? Qué buen momento este para dejar de guardarse dentro las cosas por decir. Las buenas y las malas, las que se nos han quedado dentro. Este tiempo regalado de ocio e introspección, quizás nos permita romper muros. Decir lo que queremos a los que queremos. HABLA.

5. En un puño

Sé que parece que estemos en una cárcel. Un lugar del que queremos salir desesperados. Tenemos el corazón en un puño, el estómago en un puño, la cabeza en un puño. Desesperados, constreñidos. Queremos salir de aquí… AGUANTA.

6. Destilando vida

Pero todos los días, la cita a las 8 de la tarde nos abre la ventana y nos recuerda que el mundo no es tan pequeño. Abrimos el corazón, y las tripas y el cerebro al mismo tiempo que la ventana y dejamos caer sobre nosotros el destilado de esperanza que representa saber que el mundo no se ha parado, que el mundo no está fuera, que el mundo sigue, detrás de todas esas ventanas que destilan vida. Y el puño se abre. SONRÍE.

7. Fumigar la Tierra

La Tierra nos lo estaba pidiendo a gritos: “Que ya no puedo más”. Y parece que este virus ha venido a fumigar la Tierra. No la estamos fumigando nosotros con nuestras nubes de desinfectantes. No. Es el virus el que está fumigando el planeta gracias a los efectos colaterales del confinamiento. La tierra se está dando un respiro de nosotros. De nuestros coches, de nuestras fábricas, de nuestra actividad. Que somos un virus bastante molesto. Sin nosotros, la tierra coge aire. Hazlo tú también. Sal a tu ventana. RESPIRA.

8. Libre y salvaje

Sin nosotros, la naturaleza vuelve a ser libre y salvaje. Recorre las calles y se metamorfosea. Nos recuerdan que somos como ellos. Ni mejores ni peores. Supervivientes. Luchadores. Seres vivos. Volveremos a recorrer las calles gloriosos, libres, vivos, pero renovados, distintos, ¿mejores? Sea como sea. VIVE.