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Psicóloga, especialista en dolor crónico, enfermedades reumáticas y fibromialgia

Blog

Blog de Milena Gobbo, psicóloga especialista en dolor y enfermedades reumáticas.

Información, ideas y novedades relacionadas con el dolor crónico, con las enfermedades que lo producen (fibromialgia, artritis reumatoide, cáncer, espondiloartropatías, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.) y con los estados emocionales que contribuyen a que se mantenga (depresión, ansiedad, estrés, etc.)

Crónicas del Coronavirus 10. Palabras inventadas.

Milena Gobbo

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Yo estudié francés en el colegio, así que he pasado el resto de mi vida peleando sin éxito por aprender un poquito de inglés, el indispensable para defenderme en mi profesión. En ocasiones lo he pasado mal tratando de encontrar palabras en castellano que expresen lo mismo que palabras en inglés. Me pasó por ejemplo cuando empezaron a escribirse artículos en los que se usaba la palabra “empowerment” que al final se acabó traduciendo como empoderamiento. Palabra que yo personalmente odio, porque creo que no refleja muy bien la idea original. El empoderamiento no tiene nada que ver con el poder, sino más bien con la confianza en uno mismo, y con sacar el máximo rendimiento a las propias cualidades y defender adecuadamente nuestros derechos. Empoderamiento es una palabra que no me gusta. Pero ahí está. Fue una palabra que llegó para quedarse.

Llevo tiempo sin escribir. Básicamente porque tampoco tengo palabras buenas que definan mis pensamientos, mis emociones y mi conducta durante este periodo en el que nos encontramos. No hay palabra para este acorchamiento, este compás de espera, este dejar fluir la vida sin manejarla. No hay palabra para la amalgama de dudas y de contradicciones que pasean por mi interior. No hay palabra para este tipo de nostalgia de un abrazo. Para esta soledad que no lo es. No hay palabras.

Y mira que desde que llegó este virus nos hemos tenido que inventar muchas. Una de las que más odio es desescalada. ¿Qué es una desescalada? ¿Existe esa palabra? ¿Es un verbo, un sustantivo, …? No descubro nada si os digo que esa palabra no existe en el diccionario. Así que ya veo a los pobres académicos de la lengua intentando hacer una definición de la palabrita que acomode bien con esta realidad tan compleja de describir.

Eva, como siempre, plasma en sus dibujos un poco todo esto que a mí también se me pasa por la imaginación, pero de esa forma inteligente y brillante, sensible y artística, que me sirve a mí para hacer aflorar palabras. Las mías. Las que yo entiendo.

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La “desescalada”, sea lo que sea lo que eso significa, comenzó cuando acabó el mes de abril. “Ay ho, Ay ho”, cantan unos enanitos de Blancanieves en el día del trabajo, y me brota una sonrisa. Es humor negro, pero es humor. Ya quisiéramos nosotros que el inicio de la famosa “desescalada” supusiera que los sanitarios se pueden ir a descansar. Me temo que no. Que ni los sanitarios ni ninguno de nosotros podemos descansar de este virus tan fácilmente. Habrá que levantarse de nuevo para ir al tajo, nos guste o no nos guste. Nos quedan todavía muchos picos que escalar, antes de poder “desescalar”, sea lo que sea lo que eso signifique.

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Nos han dicho que ya podemos empezar a “desescalar”, sea lo que sea lo que eso signifique, y cada uno, lo hace como entiende, como puede, como sabe, pero resulta que no, que no es nada fácil, que no va a ser cómo pensábamos, que “desescalar”, sea lo que sea lo que eso signifique, cuesta mucho y hay que ir bien pertrechados para no caer

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Además, el cuerpo se ha hecho a las nuevas condiciones, y la curva se ríe de nosotros (otra vez el sentido del humor, gracias amiga), nos pesa esta curva en muchos sentidos. Así que, “desescalar”, sea lo que sea lo que eso signifique, nos va a costar lo nuestro. Sobre todo, si uno de esos significados posibles de “desescalar” consiste en volver a la normalidad… Ah! Perdón, que no, que no volvemos a la normalidad, sino a la “nueva normalidad”, para la que todavía no tenemos palabra.

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Al final, las que parece que mejor se adaptan a “desescaladas” y “nuevas normalidades”, sea lo que sea lo que eso signifique, son las viejas generaciones, esas que ya no se asustan de nada y han vivido el nacimiento de muchas palabras, aunque a día de hoy les cueste recordar algunas. Me pasman en especial las mujeres de la generación de mi madre. Esas que se peinan solas y no necesitan peluquería, que cocinan, cosen, limpian, cuidan, y si es preciso vuelven a levantar el país mientras charlan con la vecina. Se ha hablado de muchos héroes en estos tiempos, pero estos héroes silenciosos que han vivido y viven siempre pensando en los otros, con una generosidad sin límites, también se han ganado un puesto en el pódium. 

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No sé cuando la “desescalada”, sea lo que sea lo que eso signifique, me llevará a lo que de verdad necesito por encima de todas las cosas en este momento. No sé si existe una palabra para eso. Lo único que quiero hacer, sentir, vivir, es poder abrazar a mi preciosa hija embarazada, frágil y fuerte a la vez, a mi hijo que vive en Londres y no sé cuándo podre volver a ver en persona, a mi madre a la que veo a dos metros de distancia sin tocarla, a mi chico, que no va a tener suficiente espacio en sus brazos para este cuerpo mío que gana diámetro cada día, a mi hermano, que bajo su apariencia arisca es un alma sensible, a mi sobrina (a ella quiero comérmela a besos), a mis amigas del alma,… no sé si existe una palabra para eso, para este hambre de contacto físico, de abrazos, abrazos, abrazos…pero si la “desescalada”, sea lo que sea lo que signifique eso, me lleva a ese momento, dejaré de odiar la palabra y será mi palabra favorita. Lo juro.

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